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La guardia de un tesoro

La Historia no es sino la memoria colectiva de los grupos sociales -naciones, pueblos, clases sociales, géneros, instituciones, etc-. Generar y consolidar la memoria democrática a partir del recuerdo, el estudio y la reflexión sobre ese pasado es el modo más importante de alimentar nuestra democracia de los principios éticos y morales que la fortalecerán frente a los discursos, siempre presentes, de la exclusión y la intolerancia. La memoria democrática es una de las mejores herramientas que tenemos para asegurar un futuro de convivencia, paz y equidad. Es, en ese sentido, un tesoro que hay que proteger. Consolidar los valores democráticos, inclusivos e igualitarios no ha sido sencillo. Es imprescindible, en ese sentido, recordar y homenajear las vidas y las experiencias de aquellas personas que se esforzaron por conseguir y defender en Aragón un régimen democrático en épocas como la Segunda República española o la Transición, a quienes sufrieron las consecuencias de la guerra civil, a las que padecieron castigo, persecución o muerte injustos a manos de la dictadura franquista o de cualquier otro régimen en el que los derechos fundamentales fueran ignorados.

A lo largo de la historia, numerosos colectivos han sufrido persecuciones por razón de ideología, religión, identidad sexual, género, cultura o etnia. Sus esfuerzos, reivindicaciones y los castigos que han sufrido no han sido en vano, pues han ayudado a consolidar la construcción de una sociedad más justa y ética, capaz de mirar a su pasado de forma crítica y responsable. Muchas veces esos colectivos perseguidos han sido sometidos a juicios de valor negativos, descontextualizados e injustos, por lo que es necesario preservar del olvido la memoria colectiva y, en particular, evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas de estas injusticias pasadas.

Recordar, analizar y ser capaces de valorar ese pasado se convierte en un elemento fundamental de justicia, pero también de identidad democrática, de consolidación de valores cívicos y de erradicación de la violencia como vía para imponer las ideas. La memoria democrática de Aragón hunde sus raíces en el compromiso de muchas personas por participar y defender la legalidad democrática, la libertad y la justicia social, y en el sufrimiento injusto padecido por quienes fueron objeto de represión por parte de la dictadura franquista.

La guardia de un tesoro quiere poner de manifiesto la vital importancia que en la consolidación de estos valores democráticos y éticos tienen las nuevas generaciones de alumnos y alumnas y la comunidad educativa en general. Que los principios democráticos se conviertan en un referente ético de toda la sociedad aragonesa depende, en buena medida, de que, desde los centros educativos, seamos capaces de poner las condiciones para que el alumnado sea consciente de su pasado. Además es fundamental que, partir de su conocimiento, esté en disposición de construir un futuro sobre la base del reconocimiento de la diversidad como bien a preservar, la igualdad de todas las personas con independencia de su origen, opiniones, conciencia, ideología, identidad étnica y expresión o identidad de género, el diálogo permanente y el respeto a los derechos humanos como fundamento de la libertad.

La guardia del tesoro pretende, adaptándose a las capacidades y las edades del alumnado al que va dirigido, ayudar a fomentar la utilización de métodos no violentos para la resolución de conflictos y promocionar modelos de convivencia basados en el respeto, el pluralismo político, la defensa de los derechos humanos, la igualdad y la cultura de paz. La creación de textos, relatos, historias o producciones artísticas que reflexionen sobre el pasado facilita al alumnado la tarea de aumentar la conciencia de sí mismo, de sus acciones y pensamientos, permite a la comunidad educativa verse en perspectiva y nos ayuda en el camino a esa mayor libertad que viene del autoconocimiento.

La guardia de un tesoro nos permite entender cada momento del presente a través de la reflexión creativa sobre el pasado, y forjar las bases de toda una diversidad de futuros posibles, siempre atravesados por valores ajenos a prejuicios y dogmatismos, estimulando una conciencia que defienda el respeto por las conquistas sociales, los Derechos Humanos y la memoria democrática, así como el reconocimiento de la diversidad cultural.